Cuando hablamos o cuando escribimos realizamos ciertas elecciones: usamos unas oraciones y no otras, incluimos algunas palabras que reflejan nuestro sentimiento, nuestro pensamiento o nuestro deseo, elegimos un tiempo de verbo, organizamos lo que decimos de determinada manera. Es decir, adoptamos diversas modalidades en nuestros enunciados. Las palabras o expresiones que reflejan la actitud del hablante o emisor frente a su propio enunciado o frente a la realidad se denominan modalizadores.
Veamos estos ejemplos en los cuales hemos destacado los moralizadores:
Afortunadamente, obtuve un buen puntaje en la prueba.
En este enunciado, el emisor se alegra o siente alivio pro el resultado que logró en un examen. Podemos inferir que para él era muy importante obtener esa calificación o que simplemente no le agrada que su rendimiento se deficiente. Todo este contenido es expresado a través del moralizador “afortunadamente”.
En ese preciso instante llegaron visitas
Aquí, en cambio, el emisor quiere resaltar el momento en que llegan a visitarlo (puede haber sido muy oportuno o, por el contrario, una situación totalmente incómoda) y por eso lo consigna al inicio del enunciado. En el lenguaje oral, además, el emisor destaca este hecho a través de una entonación más enfática.
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